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La
villa de Santa Eulália, nacida sobre un cerro cuyos pies
besa el único río de las Baleares.
Hoy
en día, la explotación excesiva ha reducido sus caudales,
hasta convertirlo en poco más que un torrente, a trechos
desecado que mantiene en su tramo final una pequeña laguna
de agua dulce. Junto a la desembocadura del río encontramos
vestigios del acueducto romano, una de las pocas obras de ingeniería
latina conservada en las Baleares.
La
iglesia que se encuentra en el Puig de Missa, es en sí mismo
un verdadero museo, muy bien conservado, en cuyo interior se encuentran
piezas de arte sacro, el altar mayor de estilo churrigueresco, una
imagen de Santa Eulalia, que preside el retablo, una tabla cuzqueña
dedicada a Santa Rosa de Lima (S. XVII), o el Cristo atado a la
columna realizado en un taller alemán del siglo XVII.
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Su
diseño se atribuye a Juan Bautista Calvi, el arquitecto de
las murallas de Vila. El templo fue consagrado el 12 de febrero
de 1568, pero no adquirió dignidad parroquial hasta 1.756.
Precede a la parroquia un porche exento y encalado, construido en
el siglo XVII. Arcos de medio punto, que reposan sobre pilares de
planta ochavada, separan su tres crujías. Algunos estudiosos
del tema opinan que esta pieza sirvió como modelo para los
demás pórticos insulares del mismo género.
Las casas adosadas al templo, datan del siglo XVIII, y confieren
al conjunto eclesial la semblanza de un pequeño poblado.
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